Bien se sabe que la ciencia ha caracterizado a la cultura occidental en los últimos siglos y que, hoy en día, la investigación científica desempeña un importante papel en los países más avanzados. Por todo ello la ciencia ocupa un lugar merecido y central en la formación universitaria. No obstante este reconocimiento, las tendencias convencionales se han centrado en discutir y trasmitir los contenidos de las diversas disciplinas científicas y se ha desdeñado sistemáticamente la visión de la ciencia como una actividad, como un quehacer intelectual que nos permite obtener conocimientos sobre la naturaleza.